Las aplicaciones de espionaje se impusieron a los estudiantes en el momento álgido de los bloqueos de Covid-19. Hoy en día, mucho después de que la mayoría de los estudiantes hayan vuelto a la enseñanza presencial, esas aplicaciones siguen proliferando y permiten una gama cada vez mayor de abusos de los derechos humanos. En un reciente estudio del Centro para la Democracia y la Tecnología el 81% de los profesores afirmó que sus escuelas utilizan alguna forma de este software espía de "supervisión de estudiantes". Sin embargo, muchas de las empresas de software espía que suministran estas aplicaciones no parecen estar preparadas ni preocupadas por los daños que están infligiendo a los estudiantes.

Estas aplicaciones de espionaje para estudiantes prometen una vigilancia escalable como servicio. El atractivo de la "escalabilidad" es una fuente de riesgo bien documentada para los usuarios marginados, cuyas necesidades de consideración individualizada se ven eclipsadas por la perspectiva de construir "soluciones" a escala masiva y únicas para todos los problemas sociales. Los problemas de escala se ven peligrosamente exacerbados por leyes que afectan de forma dispar a las comunidades marginadas.

Hoy en día, los estadounidenses se enfrentan a una ola legislativa sin precedentes, que bate récords, dirigida a los jóvenes transexuales: desde prohibiciones deportivas, pasando por prohibiciones de expresión y literatura, hasta la criminalización de la asistencia sanitaria que salva vidas, todo ello además de las prácticas generalizadas de prohibición de vestuarios y baños.

Y no sólo los niños trans están en el punto de mira: Roe contra Wade, el precedente del Tribunal Supremo que protege el derecho a abortar, está probablemente a punto de ser anulado (nota del traductor: en el momento de publicación de esta traducción, la Corte Suprema ha anulado ya esa sentencia).

Esto significa que los estudiantes que utilizan sus dispositivos para investigar sobre la salud trans o el material relacionado con el aborto podrían encontrar esos dispositivos como armas en su contra, lo que podría dar lugar a cargos penales. Si los fiscales consideran la posibilidad de presentar cargos contra los estudiantes, los datos recogidos por las aplicaciones de espionaje obligatorias para estudiantes como Bark, Gaggle, GoGuardian y Securly serán de gran valor.

Otro informe reciente, como este de la oficina de la senadora Warren, concluye que las aplicaciones de espionaje para estudiantes son más peligrosas de lo que se imaginaba. Su uso en las escuelas se ha dirigido de forma desproporcionada a los estudiantes de comunidades marginadas y ha aumentado innecesariamente su contacto con las fuerzas del orden.

Bark, una de las empresas de software espía señaladas por los autores del informe, respondió insistiendo en que desarrollen sus mecanismos de aprendizaje automático basándose en listas de verificación de la ética de los datos. Pero estas listas de comprobación son ineficaces, como demuestran los continuos y crecientes daños causados por el software espía para estudiantes, como haciendo pública la identidad de género de estudiantes LGBTQ+

La propia hoja de cálculo de ejemplos de Securly sobre categorías de filtrado de contenidos incluye sitios de "Salud" (como WebMD), que se marcan como "necesitan supervisión", y sitios de "Adultos", que se bloquean completamente. Aunque el bloqueo de contenidos "para adultos" en las escuelas puede parecer razonable, esta categoría debe entenderse en su contexto: los algoritmos de aprendizaje automático que filtran los contenidos clasifican erróneamente cualquier contenido LGBTQ+ como contenido "adulto". Gaggle bloquea el acceso a cualquier contenido LGBTQ+. GoGuardian bloquea el acceso a materiales de salud reproductiva.

La precipitación que supone marcar WebMD y grandes cantidades de material LGBTQ+ nos da una idea de la falta de cuidado que tienen muchos proveedores de software espía para estudiantes. Si las visitas a WebMD se marcan para que sean revisadas por adultos, y ya hay ejemplos de estas aplicaciones que delatan a los estudiantes LGBTQ+, no es difícil ver los daños que se producirán a medida que se aprueben más leyes antitrans y se revoque el derecho legal al aborto.

Apps como Bark y Gaggle podrían ser obligadas por las fuerzas del orden a recopilar información sobre los estudiantes que son LGBTQ+ o que quieren abortar. Pero estas aplicaciones están absolutamente poco preparadas para ser los encargados de hacer cumplir esas leyes en la escuela. Incluso una lectura casual de sus decepcionantes respuestas al informe de la senadora Warren deja claro que no les preocupa su futuro papel de cazadores de brujas en las guerras del aborto y del género.

El abrumador consenso médico sostiene que negar la atención sanitaria a los trans pone en riesgo la vida de los jóvenes. Las leyes que criminalizan su identidad violan nuestras libertades civiles. También lo hacen proyectos de ley que atentan contra la libertad de expresión.

Los programas informáticos que producen y envían datos que se utilizan como pruebas contra los jóvenes que tratan de ejercer sus derechos humanos y libertades civiles nos afectan a todos. Tanto si te afectan de forma inmediata las leyes anti-LGBTQ+, las leyes antitrans o las leyes antiaborto; tanto si eres un estudiante obligado a utilizar un dispositivo infectado con software espía, esto debería importarte.

Nos importa. La EFF lucha por el derecho de todos los usuarios a ser atendidos por su tecnología, no a ser encarcelados por ella.

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